El purpurado hace referencia a monseñor Joan Carrera, que fue obispo auxiliar de Barcelona y que había desempeñado su labor pastoral en numerosas parroquias de la periferia de la ciudad.

Monseñor Carrera destacaba en un artículo el momento en el que numerosos emigrantes de toda España se habían asentado en Cataluña «que hicieron presente el uso de la lengua castellana en la pastoral y en la liturgia de muchas iglesias» y cómo «un buen número de sacerdotes se entregaron en cuerpo y alma» a su atención pastoral.

El arzobispo de Barcelona explica en su carta que «ahora las circunstancias sociales son distintas», y advierte que «diversos observadores atentos a nuestra realidad actual están preocupados por las posibles consecuencias negativas que los hechos políticos recientes puedan representar para la cohesión social de nuestra sociedad».

Por eso, hace un llamamiento a realizar «un esfuerzo para tejer la concordia y la confianza mutua dentro de una sociedad en la cual se da una gran pluralidad cultural, política y también religiosa».

«Trabajar por la cohesión social es responsabilidad de todos», subraya, y destaca que «la Iglesia querría asumir este reto en el trabajo concreto y diario de las parroquias, escuelas e instituciones cristianas».

Por eso, destaca la necesidad de compartir «todos los retos propios de vivir en comunión desde la disparidad de puntos de vista, como una gran familia en la que todos se quieren y respetan a pesar de las diferentes opiniones y procedencias».

Se puede leer la carta íntegra en este enlace.