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Viernes, 19 enero 2018 11:58

Recuperan en la catedral de Burgos la reliquia del rey Fernando III el Santo

Se sabía de su existencia, pues el Cabildo Metropolitano de Burgos la solicitó al entonces arzobispo de Sevilla, Enrique Almaraz y Santos, con motivo del séptimo centenario de la catedral. A pesar de ello, quizás por falta de un lugar visible donde colocarla a la veneración de los fieles, acabó custodiada en el archivo catedralicio.

Ahora, el Cabildo Metropolitano ha recuperado la reliquia del rey Fernando III el Santo, promotor de la construcción de la actual catedral gótica. Se trata de un fragmento de dedo, expuesto en un relicario construido a principios del siglo pasado en bronce y cuya parte noble está fabricada en plata. Se hallaba custodiada en una zona del archivo de la seo, impidiendo la veneración de la única reliquia que existe del santo en Burgos.

Miembros del Cabildo señalan que se pretende poner en valor esta reliquia, sobre todo en vistas a la celebración del octavo centenario de la catedral. De momento, no saben dónde se ubicará, si en la capilla del siglo XVIII donde se custodia el resto o en un lugar más visible y preeminente, expuesto a la veneración de los fieles, pues se trata del promotor del templo.

Un rey santo

Fernando III fue rey de Castilla y de León en el siglo XIII. Es el rey de la Reconquista del sur de España. Nació en Valparaíso (Zamora) en 1198 y murió en Sevilla el 30 de mayo de 1252. Hijo de Alfonso IX de León y de Berenguela, futura reina de Castilla. En 1217 su madre, al ser reconocida reina, abdicó en su hijo la corona castellana y, al morir su padre, en 1220, accedió a la corona leonesa.

La primera piedra de la catedral gótica se colocó el 20 de julio de 1221 en presencia de sus promotores: el rey Fernando III de Castilla y el obispo Mauricio, prelado de la diócesis burgalesa. La razón de su construcción se remonta a 1219, cuando el rey contrajo matrimonio con Beatriz de Suavia en la vieja catedral románica. El templo se quedó tan pequeño para tan fastuoso evento que decidieron erigir una nueva catedral al estilo de las europeas.

El cardenal Benlloch consiguió de la Iglesia sevillana la reliquia del santo, que fue conducida en una solemne procesión desde el Seminario de San Jerónimo al templo metropolitano la mañana del 19 de julio de 1921. Dicho acto estuvo presidido por el cardenal Almaraz, Primado de las Españas, al que acompañaron las principales autoridades religiosas, militares y civiles que, desde distintos rincones del país, habían acudido a participar en la celebración. Según narran las crónicas, a lo largo del recorrido «un aeroplano desde el aire y una banda militar escoltaban la comitiva, se voltearon las campanas de la catedral y desde el castillo se realizaron salvas de artillería, mientras unidades del ejército rendían honores al paso de los restos del santo».