Seis grandes territorios del norte de Canadá, hasta ahora dependientes de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la congregación que se encarga de las misiones, pasan ahora al «derecho común», el régimen que regula las diócesis de la Iglesia que no están en territorios de misión. La decisión ha sido tomada por el Santo Padre. Los antiguos territorios misioneros son Keewatin-Le Pas, Churchill-Hudson Bay, Moosonee, Grouard-McLenna, Mackenzie-Fort Smith y Whitehorse.
La Conferencia Episcopal de Canadá, en una declaración firmada por su presidente, Mons. David Douglas Crosby, subrayaba la importancia del acontecimiento. Ha agradecido el papel central de la Santa Sede en la evangelización de Canadá. Ha recordado a los franciscanos, a los agustinos y a las hermanas ursulinas en Quebec, a los misioneros jesuitas en Acadia, y a los que llegaron a Quebec y a Ontario, a los oblatos de María Inmaculada, a quienes se confió el oeste y el norte canadienses.
Mons. Crosby, oblato de María Inmaculada, trabajó él mismo como sacerdote y como obispo en las misiones del norte: «He visto de primera mano el servicio generoso y desinteresado ofrecido por muchas personas durante años y años».
Para ayudar en los territorios de misión de Canadá, recordaba el representante de los obispos canadienses, la Santa Sede animó a misioneros de otros países y destinó parte de la colecta del DOMUND, administrada por las Obras Misionales Pontificias, para ayudar en este esfuerzo. Ha declarado además que la Iglesia canadiense expresa su reconocimiento «a la población autóctona que ha compartido sus riquezas culturales y espirituales con la Iglesia y con el conjunto de la sociedad canadiense, y a las comunidades y a las numerosas personas de las Primeras Naciones, los metis y los inuit, que son hoy testigos vivientes de la llamada de Nuestro Señor a la misericordia, a la curación y al perdón».