La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción, en Colmenar de Arroyo, acoge todos los meses una iniciativa misionera que consiste en una de testimonio, adoración, y alabanza. El próximo 6 de febrero, sábado, ofrecerá su testimonio Christopher Hartley, misionero español en el desierto de Etiopia, entre peligros y la esperanza. Lo hará en el marco del Año de la Misión en la diócesis de Getafe, y del Año de la Misericordia en toda la Iglesia. Dará comienzo a las 17:00 horas con Rosario, seguido de testimonio a las 18:00 horas, Adoración a las 19:00 para concluir con la Misa a las 20:00 horas.
Poner en peligro su vida no le preocupa tanto como llevar a cabo su misión. El padre Christopher Hartley, curtido como misionero durante trece años en las calles del Bronx, en la Calcuta de la Madre Teresa, o entre los esclavos de la caña de azúcar de la República Dominicana, donde vivía amenazado de muerte, desarrolla ahora una nueva misión evangelizadora en una de las zonas más pobres y conflictivas de Etiopía, junto a la frontera de Somalia. Un paisaje desolador: piedras, arena, cocodrilos y miseria. Mucho peligro. Pero ahora, gracias a su presencia, también esperanza. Él es el primer católico en llegar a ese lugar, donde la población es musulmana y casi el único occidental tras la expulsión de todas las ONG. Su proyecto es hacerles presente a Cristo no con palabras sino con su vida, con sus actos, ayudándoles a descubrir su dignidad, y promocionando su formación y su calidad de vida.
Hijo espiritual de Madre Teresa, comprendió que hay que «amar hasta que duela». Por eso no ha temido a las poderosas pandillas y mafias del Bronx, las amenazas de muerte en la República Dominicana o el peligro del fundamentalismo islámico y del conflicto entre Etiopía y Somalia. «Estoy allí porque soy sacerdote. Para que pueda estar Él. Y para entregarme a toda esta gente, tan necesitados también de calor humano. El Amor de Dios ha llegado a este rincón de África».