Mañana sábado tendrá lugar en Indore, India, la ceremonia de beatificación de la hermana Rani Maria, asesinada hace 22 años. La ceremonia tendrá lugar en la St Paul’s Higher Secondary School, presidida por el obispo de la diócesis de Indore, Mons. Chacko Thottumarickal.
La hermana Rani pertenecía a una congregación india, las hermanas Franciscanas Claristas. Llegó a la misión de Udainagar hace 25 años, cuando las aldeas que abarcaba esta misión estaban entre las más atrasadas del estado indio de Madhya Pradesh. No había agua potable, ni electricidad, ni saneamientos. Ni siquiera una carretera que llevara a ellas. Una de las aldeas tenía como nombre la expresión en indi para referirse a un futuro poco prometedor, Kaala Pani, agua negra. Curiosamente la hermana Rani fue la primera misionera cristiana en llegar a ella, en 1992, y el futuro empezó a cambiar gracias al ímpetu de la religiosa por cambiar aquel presente.
Su primera tarea fue acabar con el alcoholismo, una verdadera plaga para los hombres del lugar. Les hacía ver que no podían estar todo el día holgazaneando. En esta aldea de Kaala Pani, todos fingieron estar de acuerdo con la hermana, pero un día se presentó a hurtadillas y pilló a la mayoría bebiendo. Como cuenta uno de aquellos hombres: «Solíamos fingir ser buenos chicos delante de ella, pero, una vez que abandonaba el pueblo, volvíamos a beber». Le dio tanta vergüenza haberle mentido que le prometió no volver a beber y así ha sido hasta hoy.
Todos saben cuál fue el secreto de la hermana Rani para cambiar todo. Compartía su vida con ellos, pero no paraba. Construyó una fuente, pero el resto fue convencerles que se podían poner de pie, ellos mismos, y salir de la situación en la que estaban. Enseñó a los campesinos a rotar los cultivos y a regarlos, presionó a los padres para que enviaran a sus hijos a la escuela. Formó a mujeres para que ellas mismas crearan grupos de ayuda. Así se comenzó a ahorrar y, gracias a los pequeños préstamos que se hacían, sacar adelante pequeños proyectos, sin tener que depender de los usureros. La hermana también les informó sobre cómo lograr subvenciones del gobierno para siembras y fertilizantes. Los resultados, todo el mundo los puede ver.
Los habitantes de estas aldeas cuentan con agua potable y un nivel de vida que apenas se parece a lo que vivieron. Sus hijos están escolarizados y van incluso a la universidad. Todos coinciden en que fue la hermana Rani la que les puso en pie.
El 25 de febrero de 1995, la hermana iba a Indore en autobús, cuando Samandar Singh la golpeó por detrás. El asesino había sido contratado por prestamistas y terratenientes que veían que la revolución de la hermana les estaba haciendo perder dinero. Singh fue condenado a cadena perpetua por asesinato. Fue la familia de la hermana Rani la que solicitó su puesta en libertad. La hermana Selmy Paul, hermana pequeña de la monja asesinada y también ella religiosa, visitó a Singh en la cárcel en 2002. Fue para aceptarle como hermano, y toda su familia lo acogió como un miembro más. En 2006 fue liberado. Hoy Singh pasa sus días rezando en la capilla de Udainagar. Mañana, con todo el derecho, seguro que encabezará el grupo de las personas a las que la hermana Rani María cambió su vida.