Los religiosos capuchinos del Estado brasileño de Río Grande do Sul – un territorio del tamaño de Uruguay, con quien hace frontera – recuerdan este año los 120 años de su llegada a estas tierras. Con este motivo, todas las parroquias con párrocos y vicarios capuchinos llevarán a cabo diversas celebraciones a partir del día 17 de enero.
La celebración, que se prolongará durante todo el año, tiene el lema ‘120 años: gratitud, amor y esperanza’, y tiene el objetivo de recuperar la historia de estos frailes misioneros, promover la creatividad y la capacidad de compartir de las comunidades. Se trata, como explican los capuchinos, de vivir el pasado con gratitud, el presente con pasión y abrazar el futuro con esperanza.
Los capuchinos, llamados así por la capucha de su hábito, desarrollan misiones populares, actividades sociales, pastoral parroquial y hospitalaria, animación vocacional y escuelas de formación.
El entusiasmo misionero ha llevado a que capuchinos de esta zona de Brasil hayan salido a diversos países de África y, en América, a Nicaragua, a la República Dominicana y Haití. Dentro de Brasil su labor misionera ha llegado, en estos 120 años, a Sâo Paulo, Mato Grosso y Rondonia.
La Misión en Río Grande do Sul, como fue llamada al inicio la unión de comunidades capuchinas en el Estado, fue elevada a la categoría de provincia de la Orden Capuchina en 1942. Se convertía así en la primera provincia del hemisferio Sur y la primera de América Latina. Hoy está entre las cinco provincias capuchinas mayores del mundo. Actualmente cuenta con 246 religiosos, incluidos los 45 desplazados al Mato Grosso y Rondonia y los 21 que están en Haití.
La Orden de los Frailes Menores Capuchinos comenzó en Italia en 1528 y hoy está presente en 108 países. En Brasil, su número alcanza los 1.100 miembros y, en América Latina cuenta con 30 provincias, cinco custodias y dos delegaciones.